y de gran impacto visual, así se podría definir México DF, una ciudad que emana deliciosos cuentos desde que la aspiras por primera vez; hay mucho que ver y el tiempo siempre será corto, pero invariablemente deberemos:
Respirar el aire de la Alameda central, esa bocanada de arboles que en el centro, nos aísla de la cara metrópoli de Ciudad de México y al exhalar; tendremos una perspectiva diferente, quizá esa que nos transportará a lo que inspiró a Diego Rivera para su mural “Sueño de una tarde Dominical en la alameda central” donde en gran formato, plasma la narración de una colorida nación, que se resume en esa alameda, es entonces este mismo peso de historia el que sostiene en sus cimientos el majestuoso Palacio de Bellas Artes, quien luego de quedar atrás nos abre el camino a la plaza del zócalo donde erguida y ondulante se presenta la bandera mexicana, que con orgullo se planta en el mismo espacio donde, visitantes acuden a registrar su paso y propios lo visitan en ocasiones, para alzar su voz de lucha e inconformismo ante situaciones que así lo ameritan; y ante esto, testigo es la catedral, a la cual ahora vemos otorgar una venía de disculpa al Templo Mayor de los Mexicas, sobre el cual se suspendió por imposición de los colonos.
Y así mismo sin salir del centro son muchas las historias que se pueden tejer, historias que se legitiman cuando sus imágenes nos atraviesan, su colorido y composición nos aíslan y contextualizan, para que el recorrido a la mística Mexica se esparza y nos estimule visitas imperdibles a lugares como el Castillo de Chapultepec, o la casa Azul de Frida Kahlo y Diego Rivera, o la urbanizada ciudad de Teotihuacán, luego viajar en las reconocidas trajineras de Xochimilco, un saludo a la guadalupana en su propio terreno y el in-faltable Ángel de la independencia que se eleva sobre la avenida la reforma arteria que alimenta el centro.
Esta es a grandes rasgos la línea imperdible de una ciudad increíble, entonces cuando sea la hora de un café, porque no pasar por el Café La Opera donde además de comer deliciosos antojitos mexicanos, te transportará a un pasado colono, y te contará leyendas acerca de los agujeros que aún conserva el lugar y que el mismo Pancho Villa al disparar dejo como firma.
Juan Camilo Vásquez González
Diseñador Industrial en potencia
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